lunes, 22 de octubre de 2012


Producción de alimentos en el mundo


Perspectivas para el siglo XXI

No es fácil predecir que ocurrirá en el siglo XXI. Nuevamente las variables son muchas pero no se puede desconocer que hay indicadores preocupantes. Desde luego durante el último decenio ha disminuido el ritmo crecimiento de la producción de granos, llegando actualmente hasta estabilizarse, mientras que por otro lado, la población mundial continúa aumentando. Ello contrasta con las optimistas predicciones de FAO y que el Banco Mundial, que piensan que para el año 2025 se podrían producir suficientes alimentos como para alimentar la población, que para ese entonces podría alcanzar a los 8.000 millones de habitantes (Creces, Enero 1997, pág. 8). Pero el hecho concreto es que los stock mundiales de granos que en 1992 eran de 383 millones de toneladas, en 1997 han caído a 281 millones de toneladas, cifra muy por debajo del mínimo necesaria para salvaguardar la seguridad alimentaria el mundo.
Según Naciones Unidas, para el año 2030, la población mundial alcanzaría a 7.1 mil millones de habitantes. Es decir, en 30 años más, habría que alimentar a 1.2 mil millones más de habitantes, y a fines del Siglo XXI, a ellos se agregarían 3.000 millones más. Claro que todas estas cifras varían mucho, según las predicciones de los expertos, algunos pesimistas y otros optimistas. Según los primeros, en el año 2030 habrían 12 mil millones de habitantes, mientras que los optimistas (Naciones Unidas), fijan la cifra en 7. En todo caso, lo que no cabe duda es que el incremento poblacional, se produciría fundamentalmente en el mundo que hoy llamamos pobre, donde actualmente habitan los que ya tienen una alimentación precaria.

Sin duda que la mayor preocupación se concentra en los países pobres, especialmente en aquellos en que el ingreso per capita es aún inferior a los 500 dólares anuales. En ellos la producción de cereales en el último decenio a aumentado sólo a razón de 1.5% al año, mientras que el crecimiento poblacional ha superado el 2.5% anual. Es importante considerar que la población de países extraordinariamente pobres, representa el 560% de la población total de los países subdesarrollados (Afganistán, Bangladesh, Burna, Camerún, Ghana, Guatemala, India, Madagascar, Mali, Mozambique, Nepal, Pakistán, Sri Lanka, Sudán, Tanzania, Uganda y Alto Volta).

De acuerdo con estas consideraciones, para adecuar la alimentación durante el Siglo XXI y erradicar la desnutrición del mundo, en los próximos 30 años habría que duplicar la actual producción de alimentos. Algunos estiman que con los conocimientos que ya se tienen, ello podría ser alcanzable. Según De Hoogh y sus colaboradores (De Hoogh y Cols. Food for a Growing Worid Population. Economic and Social Institute. Free University, Amsterdam, 1976), que han analizado diferentes variables, predicen que con los conocimientos actuales, es posible aumentar la producción de alimentos en 2.5 veces en relación a lo que se produjo en 1975.

Hay ejemplos recientes de países pobres que han ignorado aumentar notablemente su producción de alimentos. Tal es el caso de la India, donde la aplicación de la Revolución Verde, consiguió casi triplicar su producción de granos (arroz y trigo), pasando de ser importador para transformarse en exportador de granos, pero claro que ello no significó eliminar la desnutrición en ese país (Creces, julio 1997, pág. 7). Otro ejemplo más reciente es lo ocurrido en Etiopía, donde una gran hambruna se produjo en la década de los 80`. En ese país, la guerra civil terminó en 1991, y desde entonces ha estado doblando su producción de grano, llegando el año recién pasado a exportar 200 mil toneladas de granos a su vecino Kenia. Claro que tampoco significó esto una desaparición de la desnutrición en Etiopía
Pero todo esto involucra un cambio radical en el sistema de producción de alimentos, es decir, en la mecanización de la agricultura. Fue ello lo que permitió reemplazar el trabajo humano y animal, en extremo ineficiente. Necesariamente igual camino debería seguir el mundo subdesarrollado, si pretende aumentar substantivamente la producción de alimentos. Ello no sólo significa un enorme costo en combustible fósil, sino también una cuantiosa inversión en la maquinaria agrícola correspondiente, lo que a su vez trae emparejada también una inversión en infraestructura de transporte y almacenamiento. Hasta hace algunos años, se había calculado que si en el mundo subdesarrollado se utilizara la misma cantidad de energía fósil que está utilizando el mundo desarrollado en todo su sistema alimentario, es decir, no sólo la producción de alimentos, sino también en su distribución, procesamiento y comercialización, este se agotaría en 25 años y habría sido éste el principal limitante para satisfacer las necesidades alimentarias del siglo XXI. Afortunadamente los nuevos descubrimientos de metano líquido en la Tierra y océanos, alejan esta restricción y asegurarían su abastecimiento para el siglo XXI. Así parece por lo menos desprenderse de la reunión recién celebrada en Beijing, China, durante la XV Conferencia Mundial del Petróleo. Ahora los problemas para el mundo parecen ser de otra naturaleza: la excesiva producción de C02, por la enorme quema de combustible fósil, lo que afectaría el clima.

La principal limitante para que los países pobres puedan aumentar substantivamente su producción de alimentos, no está entonces en la limitación de los conocimientos que ya están disponibles, ni en los recursos básicos de tierra y agua, sino que en otros dos problemas: a) lograr que ellos adopten las tecnologías modernas de producción y b) que cuenten con el capital necesario para invertir en el sector agropecuario y puedan así utilizar los recursos básicos que poseen. En relación con el primero, los países subdesarrollados se caracterizan en general por no poseer infraestructura cientifico-tecnológica, ni recursos humanos necesarios para absorber a adaptar lo que ya se conoce. Su infraestructura social, económica y administrativa es primitiva e ineficiente y por lo tanto renuente al cambio y el progreso. Sin embargo, algunas experiencias positivas ya señaladas en algunos países pobres, permiten abrigar algún optimismo.

Pero en relación con los recursos de capital, es un hecho que los países pobres no lo poseen y por lo tanto aquellos necesariamente deberían venir del mundo desarrollado. Para aumentar la producción de alimentos de esos países a los niveles que se requiere para la creciente población, se estima que se necesitarían en los próximos 3 decenios, una inversión en el área agropecuaria, superior a los 800 mil millones de dólares.

Producción de alimentos en el mundo


Perspectivas para el siglo XXI

No es fácil predecir que ocurrirá en el siglo XXI. Nuevamente las variables son muchas pero no se puede desconocer que hay indicadores preocupantes. Desde luego durante el último decenio ha disminuido el ritmo crecimiento de la producción de granos, llegando actualmente hasta estabilizarse, mientras que por otro lado, la población mundial continúa aumentando. Ello contrasta con las optimistas predicciones de FAO y que el Banco Mundial, que piensan que para el año 2025 se podrían producir suficientes alimentos como para alimentar la población, que para ese entonces podría alcanzar a los 8.000 millones de habitantes (Creces, Enero 1997, pág. 8). Pero el hecho concreto es que los stock mundiales de granos que en 1992 eran de 383 millones de toneladas, en 1997 han caído a 281 millones de toneladas, cifra muy por debajo del mínimo necesaria para salvaguardar la seguridad alimentaria el mundo.
Según Naciones Unidas, para el año 2030, la población mundial alcanzaría a 7.1 mil millones de habitantes. Es decir, en 30 años más, habría que alimentar a 1.2 mil millones más de habitantes, y a fines del Siglo XXI, a ellos se agregarían 3.000 millones más. Claro que todas estas cifras varían mucho, según las predicciones de los expertos, algunos pesimistas y otros optimistas. Según los primeros, en el año 2030 habrían 12 mil millones de habitantes, mientras que los optimistas (Naciones Unidas), fijan la cifra en 7. En todo caso, lo que no cabe duda es que el incremento poblacional, se produciría fundamentalmente en el mundo que hoy llamamos pobre, donde actualmente habitan los que ya tienen una alimentación precaria.

Sin duda que la mayor preocupación se concentra en los países pobres, especialmente en aquellos en que el ingreso per capita es aún inferior a los 500 dólares anuales. En ellos la producción de cereales en el último decenio a aumentado sólo a razón de 1.5% al año, mientras que el crecimiento poblacional ha superado el 2.5% anual. Es importante considerar que la población de países extraordinariamente pobres, representa el 560% de la población total de los países subdesarrollados (Afganistán, Bangladesh, Burna, Camerún, Ghana, Guatemala, India, Madagascar, Mali, Mozambique, Nepal, Pakistán, Sri Lanka, Sudán, Tanzania, Uganda y Alto Volta).

De acuerdo con estas consideraciones, para adecuar la alimentación durante el Siglo XXI y erradicar la desnutrición del mundo, en los próximos 30 años habría que duplicar la actual producción de alimentos. Algunos estiman que con los conocimientos que ya se tienen, ello podría ser alcanzable. Según De Hoogh y sus colaboradores (De Hoogh y Cols. Food for a Growing Worid Population. Economic and Social Institute. Free University, Amsterdam, 1976), que han analizado diferentes variables, predicen que con los conocimientos actuales, es posible aumentar la producción de alimentos en 2.5 veces en relación a lo que se produjo en 1975.

Hay ejemplos recientes de países pobres que han ignorado aumentar notablemente su producción de alimentos. Tal es el caso de la India, donde la aplicación de la Revolución Verde, consiguió casi triplicar su producción de granos (arroz y trigo), pasando de ser importador para transformarse en exportador de granos, pero claro que ello no significó eliminar la desnutrición en ese país (Creces, julio 1997, pág. 7). Otro ejemplo más reciente es lo ocurrido en Etiopía, donde una gran hambruna se produjo en la década de los 80`. En ese país, la guerra civil terminó en 1991, y desde entonces ha estado doblando su producción de grano, llegando el año recién pasado a exportar 200 mil toneladas de granos a su vecino Kenia. Claro que tampoco significó esto una desaparición de la desnutrición en Etiopía
Pero todo esto involucra un cambio radical en el sistema de producción de alimentos, es decir, en la mecanización de la agricultura. Fue ello lo que permitió reemplazar el trabajo humano y animal, en extremo ineficiente. Necesariamente igual camino debería seguir el mundo subdesarrollado, si pretende aumentar substantivamente la producción de alimentos. Ello no sólo significa un enorme costo en combustible fósil, sino también una cuantiosa inversión en la maquinaria agrícola correspondiente, lo que a su vez trae emparejada también una inversión en infraestructura de transporte y almacenamiento. Hasta hace algunos años, se había calculado que si en el mundo subdesarrollado se utilizara la misma cantidad de energía fósil que está utilizando el mundo desarrollado en todo su sistema alimentario, es decir, no sólo la producción de alimentos, sino también en su distribución, procesamiento y comercialización, este se agotaría en 25 años y habría sido éste el principal limitante para satisfacer las necesidades alimentarias del siglo XXI. Afortunadamente los nuevos descubrimientos de metano líquido en la Tierra y océanos, alejan esta restricción y asegurarían su abastecimiento para el siglo XXI. Así parece por lo menos desprenderse de la reunión recién celebrada en Beijing, China, durante la XV Conferencia Mundial del Petróleo. Ahora los problemas para el mundo parecen ser de otra naturaleza: la excesiva producción de C02, por la enorme quema de combustible fósil, lo que afectaría el clima.

La principal limitante para que los países pobres puedan aumentar substantivamente su producción de alimentos, no está entonces en la limitación de los conocimientos que ya están disponibles, ni en los recursos básicos de tierra y agua, sino que en otros dos problemas: a) lograr que ellos adopten las tecnologías modernas de producción y b) que cuenten con el capital necesario para invertir en el sector agropecuario y puedan así utilizar los recursos básicos que poseen. En relación con el primero, los países subdesarrollados se caracterizan en general por no poseer infraestructura cientifico-tecnológica, ni recursos humanos necesarios para absorber a adaptar lo que ya se conoce. Su infraestructura social, económica y administrativa es primitiva e ineficiente y por lo tanto renuente al cambio y el progreso. Sin embargo, algunas experiencias positivas ya señaladas en algunos países pobres, permiten abrigar algún optimismo.

Pero en relación con los recursos de capital, es un hecho que los países pobres no lo poseen y por lo tanto aquellos necesariamente deberían venir del mundo desarrollado. Para aumentar la producción de alimentos de esos países a los niveles que se requiere para la creciente población, se estima que se necesitarían en los próximos 3 decenios, una inversión en el área agropecuaria, superior a los 800 mil millones de dólares.